domingo, 6 de septiembre de 2009

¿Casualidad?

Enfermo, la fiebre se agarraba a mis miembros y mis sienes sucumbian bajo un torrente de sudor.Quieto, esperando que quizas por eso la muerte no me viera en la cama y me perdonara esa noche, comence a pensar.No se si fue fruto del delirio o tal vez de una de esas extrañas rafagas de lucidez que a todos nos han sobrecogido alguna vez ayudandonos a ver todo mas claro y simple pero gracias a aquello, fuera lo que fuera, encontre la solucion.
Hacia ya meses que le daba vueltas sin ser capaz de encontrar la mejor manera de abordarlo y no sucumbir en el intento. Era una cuestion delicada pues de su resolución dependia mi bienestar.No seria justo decir que no se me ocurrieron formas de llevar a cabo tal accion, pero en contra tambien dire que siempre estuve falto de empeño y determinacion, la mera imaginacion de fracasar me aterraba y bloqueaba de un modo tal que no deseo a nadie.
En la cama comence a imaginar la enorme esfera que es nuestro planeta; daba vueltas en el vacio, sola en el infinito de la nada.Poco a poco se fue alejando y el vacio se plagó de otros muchos cuerpos celestes, hasta llegar a ser infinitos...
Mis pensamientos volvieron repentinamente a la tierra y como un enorme pajaro la sobrevolaron, en aquel vuelo vi a las personas que pueblan cada rincon de su faz. Cada una viviendo su compleja vida, conscientes o inconscientes de ello, cada una escribiendo su historia dia a dia.Me vino a la mente un nombre y aterrice en mi cama, Paul Géraldy, un poeta frances del que curiosamente habia leido un poema la mañana de aquel mismo dia.

Casualidad

Y pensar que pudimos no habernos conocido!
¿No meditas cuán buena nuestra fortuna ha sido
para que al fin estemos uno del otro al lado,
para que seas mía, para ser yo tu amado?
"El uno para el otro nacimos... Así dices.
Pero ¡qué coincidencias para ser tan felices!
Antes de que en la vida, con un amor profundo,
la suerte unido hubiera tu corazón al mío
-siendo el tiempo tan largo, siendo tan grande el mundo-;
vivimos separados, solos, con hondo hastío...
¡Y pudimos entonces, por capricho del hado,
en el haz de la tierra no habernos encontrado!
¿No has pensado, en el arduo sendero recorrido,
en los peligros graves y azares que ha corrido
nuestra dicha -esa dicha, manantial de ilusiones,
que el mundo entero ahora nos hace ver hermoso
-cuando el uno hacia el otro, con poder misterioso,
gravitaban callados nuestros dos corazones?
¿No sabes que ese viaje no tenía certeza,
el viaje hacia una noche por mí no presentida,
de que un capricho apenas o un dolor de cabeza
han podido apartarnos para siempre en la vida?
Nunca te había dicho, ¡cosa muy rara!, que
cuando por vez primera te vi, no me fijé
en que eras tú bonita; lo digo francamente:
te miré aquella noche con aire indiferente.
Con su risa, tu amiga mi te dio distraía;
fue más tarde cuando ambos cruzamos la mirada,
y si algo sentí entonces que hacia ti me atraía,
tú no lo comprendiste... Mas no me atreví a nada.
Si esa noche tu madre te hubiera conducido
más temprano a su casa, ¿qué habría sucedido?
¿Y si el rubor no hubiera de pronto,
cuando el mantote coloqué en los hombros, a tu rostro subido?.
Porque ésa fue la causa de todo lo ocurrido.
Aquella noche, aquélla de inolvidable encanto,
un retardo cualquiera, cualquier inconveniente
que en ese viaje hubiera surgido de repente,
esta embriaguez de ahora ninguno sentiría,
ni este placer sin nombre que absorbe nuestra mente.
En mi alma, que es otra, tu amor no existiría,
y tu vida, en mi vida nada... nada sería!
Corazoncito mío, que me apartas lo triste
de la vida, y alegras con luz mi porvenir...
Pienso en aquellos días cuando enferma estuviste
y creíamos todos que te ibas a morir.
............... ................ ...............

A partir del dia siguiente la fiebre fue remitiendo y tres dias despues desapareció todo rastro de la enfermedad que me habia estado robando la vida hasta entonces; ademas ya sabia que debia hacer.

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