viernes, 16 de septiembre de 2011

No es más


No es esto más
que un soltar lo que llevo dentro
No es esto más,
que decir "me alegro" o que "lo siento"
No es esto más y no es más esto
que un "adiós" y un "ahora vuelvo"

No quiero ahora plasmar
lo fuerte que aquí sopla el viento
Tampoco quiero contar
qué nombre susurra tan lento
Del hoy no me atrevo a hablar
pues debo arrastrar esto un tiempo
Que no es brutal alegría
pero tampoco es lamento.

Así escribió aquel pobre hombre al que, aun siendo joven, la distancia le podía, lo notaba el en su paupérrima rima, en sus ya tan gastadas por otros palabras y en su haber de nuevas responsabilidades adquiridas; que no dejaban, como había sido en el pasado, surgir a un estúpido y feliz "Yo" con su estúpida y feliz visión del mundo. Otras en cambio quedaban atrás: Aquella épica narración de aventureros medievales en Siena, aquel "este verano vamos a Gredos" o una mentira piadosa sobre un "intentaremos" y más de un "antes de irme te llamo".

Así, cansado y sin poder decir que triste pero sin que ese silencio esconda alegría, este pobre hombre se dispone a marchar a un lecho, que aun con los más exquisitos edredones, siempre se le presenta tibio, cercano a frio.
Necesita un golpe, esto el no lo entiende muy bien, pero el que crea que puede ofrecerselo, que se lo de, le hará bien.