domingo, 3 de junio de 2012

Agua

Es demasiado maravillosa y no está en las cosas que tenemos, agua de una fuente que intentamos coger con las manos sin saber muy bien como formar el cuenco que hará que no se derrame ni una gota. Y mientras tanto se nos va, en cada instante; a cada nueva esquina doblada que dejamos atrás un tramo menos nos queda por andar.

Se pierden tantos segundos sin darnos cuenta de su importancia, de su densidad, a veces siento breves e intensos momentos de vida y otras veces, al mirar al calendario siento que pasaron semanas sin que yo estuviera allí o aquí o en ningún sitio.

Podemos querer creer que la vida es mala, perra, traidora e injusta, pero la siguiente reflexión viene a mi casi siempre que caigo en aquello de tirar balones fuera:

El tiempo no depende de nosotros, tomaremos como certeza que aunque no hubiera nadie para contarlo o medirlo él continuaría allí, haciendo lo que hace, que no es más que pasar, ni demasiado rápido ni demasiado deprisa, solo pasa, antes de que nadie inventara la palabra "demasiado" el ya lo hacía. Me gusta llevar esta sensación de neutralidad a casi todas las cosas que suceden a mi alrededor, para tomar consciencia de que casi siempre soy yo mismo el que las adjetiva y les da un caracter positivo, neutro o negativo. Y aquí creo percibir una buena clave para ir aprendiendo a cerrar las manos formando un cuenco que deje perder la menor cantidad posible de agua.

Se trata sencillamente de intentar ver que las cosas no "te pasan" si no que solo "pasan" y tú que no eres nadie, estabas en ese momento en el entramado de sucesos que es desde cierto punto de vista la existencia.

Esto es una invitación a "colocar" cada cosa en su sitio, a percibir cada experiencia como un pedazo de barro húmedo que a nosotros nos toca sostener y moldear, una invitación en definitiva a proyectar una existencia positiva y a conocer los limites de nuestra fuera de voluntad con el fin último de ser felices.