martes, 8 de marzo de 2011

¿Locura?

Se acercan pasos, solo en mi cabeza, y vuelvo al sur.

Ya no hay aire que respirar aquí, me quedan pequeñas todas las prendas que antes me encantaron.

Me marchito por dentro cada día y no sé explicar la razón, que pudieras ser tú, o tú, o tú…

O yo, y que si soy yo, si soy yo siempre estaré conmigo, mejor comenzar ya mismo a entender a este enfermo que me llena la cabeza de frases de otros, de pensamientos que se entrelazan hasta casi perder el hilo que los conduce. Pero nunca me caigo y solo hago que reafirmar mi útil locura, mi asmática cabeza incapaz de correr a una acción más directa.

Me mancha las manos la sangre
del crimen no cometido,
me matan las manos de un hombre
que querer ser no ha podido


¡Silencio por favor! Que se callen los goznes sin engrasar de esas puertas por las que no paran de entrar desconocidos que me hacen dudar de quien estaba aquí antes.

¿Por qué el hielo es tan persistente? Enormes neveros que se niegan a ser vencidos por este verano que llama y llama todos los días.

Y es así todo el rato, Doctor. No lo soporto, quiero que pare. ¿Cree usted que es grave?

-¿Perdón? ¡Ah! Disculpe, no le estaba escuchando. ¿Puede repetírmelo?

-No; no puedo, pero que importa; ya no importa. ¿Mañana vuelvo a la misma hora?