miércoles, 25 de marzo de 2015

¿A dónde enviar nuestras estrellas muertas?

La solución a nuestro universo de negras inmensidades está a veces en el nimio detalle de poder mirar a traves de unos ojos que escuchan sin decir nada; muy de cerca, tan de cerca que se creé un agujero negro donde todas las estrellas a punto de morir vayan a parar. Allí, en esa nueva dimensión no nos alcanza el caos de aquel estallido. Allí muere la debilidad sin herirnos, increible, y todo eso por una sola mirada. Lamentable que existan tan pocas ocasiones en las que hacerlo e imperdonable que nos perdamos en besarnos, pues es la misma distancia la que se necesita para un beso que para esta suerte de artificio y siempre es más recurrente el beso. Claro; que los besos también salvan galaxias enteras.

domingo, 15 de marzo de 2015

Ya no tienes fiebre

Ahora lo recuerdo nitidamente, siempre ha estado ahi, pero no había caido hasta hace bien poco.
El caso es que querría contaros como fue que por la fiebre, sin dejar de serlo en aquel momento de repente, porque fue un camino largo, si que puedo decir que comence el triste camino hacia la "adultez".

El caso es que no tendría yo más de 5 o 6 años y la fiebre como de vez en cuando, en mi corta estancia en la tierra hasta ese momento, hacia estragos en mi, exagero, simplemente tenia fiebre.

Aquel mundo en el que mi madre era aquella hermosa mujer que me cuidaba y quería incondicionalmente, hacian de este ser de notables rasgos mitológicos (esto lo digo porque despues de bajar del limbo de la niñez y ya llegando a la vereda que lomea la madurez puedo sostener y lo hago que nadie como aquella figura se puede encontrar en este descenso) hacian de este ser de notables rasgos mitológicos, decía, portadora del más profético de los instrumentos en aquella tierna tierra, el termómentro.

¿Qué élfica artesania?¿qué runas enanas?¿la magia de qué dios antiguo canalizaba aquel báculo en miniatura?. La era digital estaba en los albores y para nada había tocado la rama de esta magia oscura en la que un fino hilo de frio vidrio bastaba para decir si estabas malo o no. Porque esa es la cuestión, allí se apoyaba la toma de decisiones de la que pendia tu vida (exagero por mantener la tensión literaria).

Aun lo recuerdo, mi madre lo miraba al trasluz, o que se yo, con la vista entornada, la cabeza hacia atrás, casi como en trance que rompía de golpe dejando caer aquella pose de repente, después me miraba y decía las fatidicas palabras: "Pues ya no tienes fiebre"

Que frustración en aquella tierna edad, probablemente una de las primeras, cuando le decías "¿lo puedo ver yo?" y no veías nada. Porque si, hemos llegado al punto donde quería llegar, no disertaré sobre cómo afectaba en mi vida ese palo de una manera para mi arbitraría o sobre mis teorías al respecto de apretar más el sobaco para que diera más o el control de que la punta no te asomara al lado de la escapula pues no cogía bien la temperatura por estar "pa fuera", la técnica de frotarlo con los dedos esta más que desmitificada y el asunto de estar más tiempo para que suba más sabemos ahora que es pura farandula. No sabiamos muy bien que hacer contra ese palo que nos hacía volver al cole y que convertía a nuestra madre de nuevo en esa mujer fría que nos limpiaba los berretes con saliva untada en papel de lija.

A donde voy es a rememorar el momento en el que, ahora ya no recuerdo ni como ni porque, descubrí el funcionamiento de aquello, y como eso me alejó de la más tierna de las infancias. Entendí el sistema, comprendí la mecánica, aquel líquido plateado subía con la temperatura y mirando en un angulo exacto se veía perfectamente su argentina longitud que estaba correspondida con una tempertura impresa en el vidrio.

Y voilà adiós a la magia, adiós a un pedazo de inocencia, el comienzo de la suspicacia, la duda de si detrás de todo hay un algo, la constante interrogante por saber, por comprender porque al comprender podemos anticiparnos porque saber es poder ¡y qué si perdemos la capacidad de soñar que había una moneda detrás de nuestra oreja! ahora sabemos que ya la llevabas en la mano, sucio traidor. 

Desarrollé con aquello la picaresca, el controlar la teperatura de vez en cuado, el llevarlo cuando más alto estaba y darlo o incluso el informar de qué temperatura tenía con un pequeño error de nada, al alza.

Antes luchaba contra la magia, ahora no creía en ella y trataba de entender el funcionamiento para mi bien personal.
 Decir adios a la inocencia allí en lo alto, el viento acariciaba mi rostro y yo no tenía consciencia de la magnitud de aquella despedida.

Es el primer recuerdo que tengo de haber comenzado a descender la montaña, ya no se puede volver, no hay sendero de regreso, intento bajar poquito a poco, pero cada paso me deja más lejos cada vez de aquella primera vez que dije "¿puedo mirarlo yo?" y fuí y lo logré.

domingo, 8 de marzo de 2015

Reflejos

Me recuerda a alguien
El tipo me miraba y me decia:
- No, de ninguna manera, eso no es lo tuyo, no puedes.
¿qQuién era?
Aquella mirada me asustaba, achaparrado mirandome desde abajo, todo ancho, chasqueando la lengua de aquel modo.
-tch, tch, tch, no, pero vamos, que habrás pensado, muerdes más de lo que puedes tragar...

Avance, me molestaba mucho, me empezaba a sentir mal, quizas no debi haber entrado, pero bueno, lo cierto es que en cuanto lo perdí de vista empecé a sentirme mejor.
El corredor giraba hacia la derecha y subia un poco, no había demasiada luz, hasta que de repente:

-Hombre, hola- me dijo aquel espigado extraño mientras me miraba desde lo alto- la verdad que es un placer conocerte, he oido de tus méritos...
-¿Mis meritos?- pensé, ¿quien era este tipo?Cuanta luz de repente, era alto y mirar hacia arriba buscando su cara me hacía daño a los ojos como intentar mirar al sol tras una nube. Él continuaba hablando.

-... eres formidable, lo cierto es que te admiro, tienes esa perseverancia, ese talante, te van a ir tan bien las cosas, llegarás allí donde te propones, estoy convencido...-

Me conocia, o eso parecía, pero porqué esos alagos, me hacía sentir bien, parecía saber de lo que hablaba pues no eran fortuitos y hasta me sentia reflejado en algunos, pero; era mucho, demasiado, no me parecia real. Creo que no llegué a decir nada, mis manos buscaron la esquina que giraba, sentía la presión de proyectar éxito, de ser un referente, me escapé.

Salí fuera, mis amigos me esperaban.

-Te lo dije- espetó Ramón- una tremenda y estúpida pérdida de tiempo, normal que sea gratis, quien querría pagar por ver eso.

Miré detrás de mi, "Casa de los espejos"

-Es una porqueria, no se ni como le dan el espacio para que monte eso en la feria-

Fijandome más encontré con la mirada al dueño, sentado en una silla de plástico en la entrada.

Ramón continuaba:
-Ya ves tú, unos cuantos espejos en los que te ves deformando, ¡Qué mamarrachada!

Me tope con la mirada de aquel hombre, parecía estar escuchando y analizando, me sonrió, sentí que él entedía algo, la complicidad me llego como un escalofrio y le sonreí.

-Si, vamonos chicos, es verdad Ramón, solo son unos viejos espejos en los que nos vemos reflejados, pero hace honor a su nombre, si encontraramos algo más ahí dentro eso si que sería insólito...

El atardecer arropaba al día y nuestras voces y brabuconadas se adentraron en la feria. Años después ya no me acordaría de aquel suceso que núnca conté a nadie.