sábado, 22 de octubre de 2011

Distancia asesina.


Espérame -dijo él-
Pues no es el tiempo tan largo.
-Gritó ella- ¡Abrázame!-
agotada por el llanto.

La distancia se estiró,
adiós tiempo dado en ratos.
A parecer algo comenzó
lo que antes no era tanto.

-Espérame…- balbuceaba
al tomar su fría mano.
Ella yace en el diván,

en su lecho derramadas
las cartas de aquel verano
que decían que se amaban

martes, 18 de octubre de 2011

Tiempo de olvido



Tengo un reloj que cuenta
las horas en que de ti me olvido
y nunca lo escuche hacer tic-tac.
¿Sabes tú, sol, el motivo?

Sus agujas parecen ligeras
y aparenta estar bien construido.
Te aseguro que le he dado cuerda
y con mucho mimo lo cuido.

Mas debe ser que está roto,
un pequeño desajuste
que debo mirar yo con calma.

O pudiera ser, yo lo noto,
espero que no te disguste,
que tú siempre rondas mi alma.

viernes, 16 de septiembre de 2011

No es más


No es esto más
que un soltar lo que llevo dentro
No es esto más,
que decir "me alegro" o que "lo siento"
No es esto más y no es más esto
que un "adiós" y un "ahora vuelvo"

No quiero ahora plasmar
lo fuerte que aquí sopla el viento
Tampoco quiero contar
qué nombre susurra tan lento
Del hoy no me atrevo a hablar
pues debo arrastrar esto un tiempo
Que no es brutal alegría
pero tampoco es lamento.

Así escribió aquel pobre hombre al que, aun siendo joven, la distancia le podía, lo notaba el en su paupérrima rima, en sus ya tan gastadas por otros palabras y en su haber de nuevas responsabilidades adquiridas; que no dejaban, como había sido en el pasado, surgir a un estúpido y feliz "Yo" con su estúpida y feliz visión del mundo. Otras en cambio quedaban atrás: Aquella épica narración de aventureros medievales en Siena, aquel "este verano vamos a Gredos" o una mentira piadosa sobre un "intentaremos" y más de un "antes de irme te llamo".

Así, cansado y sin poder decir que triste pero sin que ese silencio esconda alegría, este pobre hombre se dispone a marchar a un lecho, que aun con los más exquisitos edredones, siempre se le presenta tibio, cercano a frio.
Necesita un golpe, esto el no lo entiende muy bien, pero el que crea que puede ofrecerselo, que se lo de, le hará bien.

jueves, 4 de agosto de 2011

Presunción de felicidad


Presunción, que bella palabra, casi como un nombre de mujer pero con una carga de corrección política que haría que la pobre que se llamara así muriese de pena. Y es que presunción ya casi nadie lo asocia con ese tipo galán, estirado, chulapo y vanidoso, el presuntuoso; demasiado retorcido. Y en estos tiempos que corren en los que con tanto cambio educativo (soñemos que para bien) los primeros que no saben muy bien en que instruir son los maestros nos encontraríamos con que alguien henchido de orgullo de ver que tantas horas delante de un sofisticado aparato que emite imágenes y sonidos y que lucha por hacerse tan fino que en el futuro venga incorporado en las paredes de las casas que no podremos comprar diga que no viene a cuento que le llames inocente.

Pues es tal el impacto de esta palabra en nuestras sienes que todos, como si de licenciados en derecho se tratase, gustamos de usar este palabro si la situación invita, haciendo con ello subir el postín de la conversación y atrayendo las miradas envidiosas de todos aquellos que, demasiado torpes, no vieron ese lugar propicio para llenar su boca de dicho tecnicismo y de admiración de aquellos que no vieron suficientes telediarios como para estar al tanto de tal verbal manjar.

Así pues por presunción (Afirmación que la ley da por cierta si no existe prueba en contra) somos todo lo que decimos y en cierto modo hacemos todo lo posible porque la “ley” no pueda demostrar lo contrario. Pero lo hacemos sin convencimiento, nosotros mismos (Ese superyó dividido por Freud: La "conciencia moral" que se refiere a la capacidad para la autoevaluación, la crítica y el reproche. “El ideal del yo” que es una autoimagen ideal que consta de conductas aprobadas y recompensadas.)conocemos las dos partes de nuestro ser.

De ahí que la presunción de felicidad solo sea emitida hacia el exterior sin ningún tipo de valor real para nosotros mismos.

Nos educan en que tenemos que ser felices pero no nos dicen cómo ni que es la felicidad y si eso fuera demasiado quizás bastara con que nos dijeran como buscar la nuestra propia pero no lo hacen, es un bien que se perdió en la inmensidad de humanos y siglos que nos anteceden. Solo logramos salvar los finales de frase: …para ser feliz, …y lo más importante es que seas feliz, …felicidad, lo que antecede a esto suele ser una marabunta de paparruchas que nos confunden y nos atrapan en su mentira de la peor manera, viviéndola.

Y así es como comenzamos a comprar 4x4 que prometen “te llevará al fin del mundo”,ropas de deportistas para ser atléticos, ropa de modelos para ser atractivos, yogures digestivos para estar sanos, niños apadrinados para ser buenos o revistas de ciencia para ser listos. Pero recuerda, una parte de ti lo sabe, la clave de la felicidad se nos perdió en el camino y no somos ni seremos jamás aventureros por tener un 4x4 ni atléticos o atractivos por la ropa, a tu cuerpo no le hace milagros ese dichoso yogurt, tu lavado de conciencia mensual por un módico precio no es suficiente y tú no sabes un carajo de nada aunque aciertes todas las preguntas del test de inteligencia y sabiduría que compras cada mes para asegurarte de que sigues siendo un genio; eso, eso no son más que parches de felicidad, creaciones de este nuestro sistema pues la gran mentira es que te dicen que seas algo que nadie está dispuesto a enseñarte a ser, probablemente y en gran medida porque tu felicidad no es rentable.

martes, 2 de agosto de 2011

No es más que un juego

http://open.spotify.com/track/7rUnmB5V92x5HbHyjadB5s

No es onírico recuerdo,
en el pecho real, presente,
el dolor nunca me miente
pues a golpes le he escuchado.

-¿Es transitoria locura?-


Sentir que no echo de menos,
llorar por sentir tu ternura,
pensar que mejor es no vernos
o en un viaje “pa”dos a la Luna.

Qué se yo que pensar ya
si las cosas así vienen dadas.
Demasiado parecido el modo
a estar tragando metralla.
Mis cartas están mostradas
con todo perdido o ganado.

-Mañana la revancha-

miércoles, 13 de julio de 2011

Muerte por ausencia


El vibrar de los cristales
al cerrar yo mis ventanas,
el crujir de las tablillas
al bajar yo las persianas.

El pestillo que se traba
sin soltar una palabra,
electrica luz vibrante
que con un "click" se desgarra.

Me cubre un manto de pena,
hasta los ojos me tapa la manta,
me encierro para imaginarme
que te tengo aqui al acostarme.
El frio de la ausencia te aparta
y la muerte por fin me gana.

domingo, 19 de junio de 2011

Fué todo demasiado bueno para mi.

No estoy, hace tiempo que no estoy, algunos, y con esto no quiero ser ególatra, ya se dieron cuenta de que me he ido, intuyen mi falta, ya no huelen mi aroma a humor estúpido de pasillo, ya no ven mi andar de puntillas, incluso alguno de ellos sin saberlo ha sido el último en echarme de una cabina, el último en decirme “oye, no te sobrará un atril” el último al que le contestaré “no, pero un piano si, si te lo quieres llevar”

Lo que ves no es más que un fantasma, una nebulosa triste que se mueve torpemente intentando imitar mi gesto, mi rutina, mi caduco yo de estos 4 años pasados, pasadísimos.

No sirve de nada que lo ate, lo grape o lo pegue, este globo se va rotundo, enérgico, fingiendo no mirar atrás pues ha aprendido a ser duro y no llorar, ha aprendido a masticar el dolor y escupirlo en silencio, lo lleva haciendo desde que tomó conciencia de que se iba, desde aquel preciso instante en que su masa comenzó a difuminarse, a desaparecer. Ha conseguido prolongar tanto una lagrima que los demás no han visto más que un brillo en su mejilla, no han visto más que días un tanto grises, sin entender que eran sollozos de un largo, largo lamento.

Doblo camisetas cuidadosamente, como si de cálidos corazones de trapo se tratara, corazones que me llevo, imitaciones de corazones que me dejo y que no puedo arrancar de aquí sin que se marchiten y mueran. Son como fui yo hace un tiempo, aun son de aquí, yo en cambio me voy con mis artificios de tela, con mis ruedas de maleta que hace mas llevadera una historia como la de tantos otros antes y después de mi, una historia que ahora solo puedo leer con demasiada pena.

-Ese espejo ya no me mirará más- Digo. Y al instante le veo llorar.

jueves, 21 de abril de 2011

Para todos los que lo intentan

¿Que si huí?

Todo lo lejos que pude, salte millones de metros con esa catapulta de la que te hable un dia. Salte hasta estar entre estrellas, hasta no pesar, hasta no caer y alli me quede, viendo todo como un punto pequeño y lejano. Me rei y no paré durante lo que dura una eternidad para los dioses, no he parado aun o quizas núnca empecé, sea como sea es silenciosa la risa y la disimulo o no sucede dia a dia, no lo se.

Idiota, necio, bobo, cobarde, mortal ¡qué bien se discurre desde la distancia!
Me pesan los brazos, cada uno de mis dedos; siento el arriba y el abajo de nuevo, el vibrato enérgico de una existencia que me llama a ocupar mi lugar de responsabilidad en ella. Caigo, lo se porque noto la fricción del viento en mi, me agita, me golpea, me percute suavemente en cada giro que doy, me voltea como bestia titánica doméstica que no sabe cuando parar, que no ve el peligro de hacer que no caiga de pies en mi presente, el peligro de volverme desorientado al dia a dia, pero no puede, nadie puede pues de la levedad del espacio me traigo la determinación plumbea de tomar lo que es mio, de marchar hacia donde deseo incluso a través de zarzales, incluso ante la inexistencia de suelo, despojado ahora de su necesidad para yacer, pues se que puedo volar en ausencia de cielos, de gritar sin aire y de bailar con el silencio.

Vuelvo, y no es un resurgir, es mas bien un saber lo que estaba haciendo,un retomar, un contacto serio y conforme con las realidades que me rodean. No tengo el mapa del tesoro, no traigo la clave del misterio, no vuelvo de una busqueda y por lo tanto no tengo nada que haya encontrado. Es la certeza de la incertidumbre lo que me da esta paz, es el saber, en su estadio más alto por ahora, que no puedo tener la formula para el mas mínimo éxito, solo está en mis manos el no perder la tenacidad de intentar alcanzarlo dia a dia sin desaliento.

¨Para nosotros, sólo existe el intento. El resto no es cosa nuestra¨.
Eliot.

martes, 8 de marzo de 2011

¿Locura?

Se acercan pasos, solo en mi cabeza, y vuelvo al sur.

Ya no hay aire que respirar aquí, me quedan pequeñas todas las prendas que antes me encantaron.

Me marchito por dentro cada día y no sé explicar la razón, que pudieras ser tú, o tú, o tú…

O yo, y que si soy yo, si soy yo siempre estaré conmigo, mejor comenzar ya mismo a entender a este enfermo que me llena la cabeza de frases de otros, de pensamientos que se entrelazan hasta casi perder el hilo que los conduce. Pero nunca me caigo y solo hago que reafirmar mi útil locura, mi asmática cabeza incapaz de correr a una acción más directa.

Me mancha las manos la sangre
del crimen no cometido,
me matan las manos de un hombre
que querer ser no ha podido


¡Silencio por favor! Que se callen los goznes sin engrasar de esas puertas por las que no paran de entrar desconocidos que me hacen dudar de quien estaba aquí antes.

¿Por qué el hielo es tan persistente? Enormes neveros que se niegan a ser vencidos por este verano que llama y llama todos los días.

Y es así todo el rato, Doctor. No lo soporto, quiero que pare. ¿Cree usted que es grave?

-¿Perdón? ¡Ah! Disculpe, no le estaba escuchando. ¿Puede repetírmelo?

-No; no puedo, pero que importa; ya no importa. ¿Mañana vuelvo a la misma hora?

domingo, 20 de febrero de 2011

En la huella del adiós

Que mal se me dan las despedidas.

El nudo en el estómago, la saliba que no consigo tragar, los dientes apretados en un vano intento de contener esa lágrima que nunca brota, esa que se queda en la cuenca del ojo y que siempre crees poder disimular pasándote rápidamente el dorso de la mano.
Pero lo cierto es que no, la tristeza siempre se me leyó bien en el rostro y el disimularla no se me da, aunque tampoco quiera esconderla, no nos confundamos.

Te estoy diciendo adiós aunque mañana te veré, estoy desplegando este pañuelo blanco en el andén de una estación desierta en la que te despediré en otro momento, estoy, en fin, anticipando aquí, en soledad, todas esas cosas que no quiero que veas, todas esas tristezas que me traerán al corazón tan buenos recuerdos que pasé contigo.

Cómo bailamos, como me enseñaste que con pasión también se puede desgarrar el silencio, como me dejaste sentir tus curvas, como me agotaste y como disfruté de aquel cansancio. Como de alguna manera creamos juntos hermosos momentos que ya pasaron, que ya pasaron…

Ahora me voy, y aunque creo que tu tampoco te quedarás espero que te vaya muy bien allí, en el recuerdo de cada uno.

Esta despedida me parece tanto un preludio de una de la que temo su llegada que prefiero no alargarla más.

-¡Adiós!

-¡Adiós!

(porque al fin y al cabo el tango no es de nadie)

http://open.spotify.com/track/5PyxZ9b0JhNkdMuxpJaCQN

domingo, 6 de febrero de 2011

Escuchad la música, nada más.


Shakespeare en un momento dado de de su obra “El mercader de Venecia” hizo decir
a Lorenzo, uno de sus personajes:

“La razón es que todos vuestros sentidos están atentos. Fijaos un instante como se conduce un rebaño montaraz y retozón, una yeguada de potros jóvenes sin domar haciendo locas cabriolas, soplando y relinchando con gran estrépito, acciones a que les impulsa naturalmente el calor de su sangre; si ocurre que por casualidad esos potros oyen un sonido de trompetas, o si alguna tonada musical llega a herir sus oídos, los veréis, bajo el mágico poder de la música, quedarse inmóviles como por acuerdo unánime, y sus ojos tomar una tímida expresión. Por esta razón el poeta imaginaba que Orfeo atraía a los árboles, las piedras y las olas, pues no hay cosa tan estúpida, tan dura, tan llena de cólera que la música, en un instante, no le haga cambiar su naturaleza. El hombre que no tiene música en sí, ni se emociona con la armonía de los dulces sonidos, es apto para las traiciones, las estratagemas y las malignidades; los movimientos de su alma son sordos como la noche y sus sentimientos tenebrosos como el Érebo. No os fiéis jamás de un hombre así. Escuchad la música”

Y me pregunto yo ¿tanto tiempo ha pasado para que cambien las cosas?
¿Qué diferencia hay entre aquellos hombres y los de ahora?

No hay timidas expresiones en los ojos de algunos de los que me rodean, no hay inmovilidades producidas por la escucha, si hay estupideces que la música no puede cambiar, lo veo a mi alrededor, cada dia.

Veo cada dia hombres y mujeres a mi alrededor aptos, preparados para la traición, sin música en si, con estratagemas y malignidades retorciadas en sus mentes.
Gentes de translucidas apariencias y de oscuras intenciones.

Sin emociones, sin juicio propio, esperarando a escuchar el juicio de otro que consideren juicioso para repetirlo como suyo, sordos.

Diré exagerando un poco que son ellos los que viven en el Érebo, son ellos los que te ayudan a alcanzar el Hades, quien quiera entender habra entendido. Están ahí para ayudarte a caer, para recalcar cada uno de tus humanos errores.


La parte triste de todo esto (la más triste) es que soy músico, contrabajista, y veo esto tantos dias, tantas veces desde mi atalaya; alli escondido tras la orquesta, observando en mis largos silencios de espera, analizando el gesto y la actitud de hombres y mujeres, compartiendo sus respiraciones, sus miradas, sus nervios, sus preocupaciones que me ha dado por preguntarme, y lo vuelvo a repetir:

¿Tanto hemos cambiado?¿Se pueden transmitir sin sentir?

Asi hablaba Shakespeare de la música y sin querer (o queriendo, nunca se sabe esto en los grandes) tambien hablo de una obscura parte del alma de un perfil de interprete que me mata, me hunde, me desasosiega, me deshidrata, me da hipo y me produce urticaria.

No se si he sido claro.

Para terminar repetire, estoy repetitivo, lo siguiente:

“No os fiéis jamás de un hombre así. Escuchad la música”

lunes, 24 de enero de 2011

Cuento de autobús


Aquel llanto hizo mella en aquel hombre.

Se pregunto, se pregunto si el podría llorar alguna vez así, desconsolado, con toda su esperanza desvanecida, desbordado de temores, rodeado de oscuros miedos y movimientos de sombras desconocidas.

Era llanto puro, sin razonamiento, pura amargura, pura como la inocencia de un bebé, limpio llanto, llanto sin prejuicio, llanto sin censura.

-¿Dónde quedó mi último llanto así?- se preguntaba el hombre, pero no lo recordaba-¿Lloraré así aun una última vez en mi vida?-. Sintió envidia, al saber perdido aquel privilegio de un tiempo que no recordaba haber vivido.

Ser libre para llorar, para descargar aquel alma que intoxicada del "qué pensarán" ya no grita, ya, a veces, ni siquiera habla.

Un alma que no se atreve a ser, a existir, un hacerse pequeño y no molestar, no sentir, no amar, no contradecir, no romper con lo esperado, no luchar, no pensar, no decir, no bailar, no cantar, no saltar, no, no , no, nada... no ¿porqué?. No llorar, ni de rabia.

Dos densas lágrimas asomaron en el rostro del hombre. Lentas pesadas, anquilosadas, extrañas, extrañadas.

Agotado el bebé calla y duerme, el llanto le vacía, le equilibra, le amansa y le reconforta, su esperanza de que haya servido para algo aun se mantiene intacta, olvidará que lloró y llorará con furia mas días. Hasta que empiece a recordar.

El hombre sorbe sus lágrimas, saborea su rabia, su amargura y su impotencia aderezadas con sal.

El hombre sonríe, el hombre duerme.

Fin.