lunes, 9 de agosto de 2010

Me niego


No creo que la gente no tenga vidas emocionantes, me niego rotundamente a doblegarme ante esa teoría que cada día a mí alrededor se hace más fuerte.

En contraposición a ella he creado otras que podrían justificar lo que veo:

-Incapacidad de transmisión verbal:

Decidme que no os ha pasado, enfrente tenéis a alguien con el gesto casi desencajado por una emoción tremenda (la que sea) al contar su historia se traba, traga saliva, se le va la mirada, espera reacciones ante acontecimientos que narra; pero nada, no es capaz de rozar con su relato lo que ha vivido y lo que ha significado para él, el oyente no está donde él desea trasladarlo. Esa incapacidad genera en ese individuo dudas sobre si lo que cuenta es tan interesante, tan vital como él cree, esas dudas con el tiempo se convierten en una realidad “no sería para tanto” y comienza a temer que nada de lo que le sucede sea digno de mención, se mesura en sus sensaciones y se autocensura en sus experiencias.

-Incapacidad de observación:

Las únicas cosas emocionantes no son que te dispare un gánster, que casi te atropelle un coche, que sobrevivas a un ataque nuclear y además eso te de superpoderes, o que tu vecina buenorra te pida sal queriendo pimienta en verdad.
Hay gente que piensa que, si no exactamente estas, cosas similares son lo único con lo que se puede usar el calificativo “emocionante”; de ahí que este tipo de personas crean que nunca les pasa nada “emocionante” y que su vida no es como soñaron alguna vez.
La emoción se esconde en todas partes; en cada partícula de polvo que nos rodea al sacudir la moqueta, si se sabe buscar. Que en otoño te estremezcas con la ruptura y caída de una vieja hoja de castaño frente a ti que jamás volverá a caer, que te rías con cómo pudo ser que aquella enorme gota aguantara y midiera la trayectoria desde el canalón 20 metros arriba para golpearte en la coronilla justo a tu paso por allí, presenciar cómo se funde una bombilla de una farola en un paseo que tiene cientos, respirar y olfatear un olor que te transporta de golpe a un lugar y un momento concreto que ya viviste, caminar sin pisar los adoquines de color azul, reir solo como un idiota por un recuerdo gracioso,llorar por una herida de la que ni siquiera tuviste cicatriz visible, atrapar al mosquito que te iba a picar esa noche o al que te pico la noche pasada, salir a pasear a las 3 A.M por la ciudad vacía e imaginar que es toda tuya o que solo quedas tú, intentar entender porque era tan entretenido pisar un charco de pequeño probándolo de nuevo, andar hacia atrás al subir una cuesta para “no cansarse porque es como si fuera hacia abajo”, pasarse la mano por el cabello y sentir como el pelo se va quedando atrás entre tus dedos y un millón de cosas más, cada día al menos una nueva. Si no ves eso es muy probable que no sientas que tu vida es emocionante, aunque lo sea.

Estas son mis dos teorías al respecto por el momento, creo humildemente que son difícilmente rebatibles y si lo son me da igual, dire que son mi opinón y que soy feliz pensando eso, respetalo (me encuentro mucha gente que por no pensar utiliza esa coletilla habitualmente).

4 comentarios:

  1. Esta descripcion es muy buena, espero que cada uno se de cuenta de las cosas emocionantes que suceden en sus vidas......un beso

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  2. ¡Que razón tienes camarada!
    Hay que aprender a sentir todo lo que vivimos de una forma especial, el caso es poner intención (cosa que yo no hago y de la que me intentas convecer a menudo).
    Nunca aguanté a la gente que se agarra a esa muletilla "es lo que pienso, respétalo", únicamente para no pensar...
    Una sesión de cachimba en una noche en la que las perseidas eran las protagonistas, pero el frío se convirtió en actor principal o una cerveza con limón (o naranja) junto con una bolsa de pipas en un parque un martes para intentar arreglar el mundo son momentos más que especiales!
    Sigue así :)

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  3. Me han encantado esas dos teorías y estoy especialmente de acuerdo con la segunda. La capacidad de observar y apreciar todo lo extraordinario que sucede a nuestro alrededor es cada vez menor (o directamente nula en muchos casos). La gente está tan preocupada por tener, por comprar, por aparentar ser lo que no es, por irse a la otra punta del mundo a hacer lo mismo que hace en casa... que se pierden cosas de lo más fascinantes que suceden continuamente delante de nuestras narices( y todas ellas gratis!)
    Paloma

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  4. Empezando por dejar claro que estoy totalmente de acuerdo contigo, quiero matizar una cosa que a mí también me ha llamado la atención:

    Últimamente oigo estas pregunta muchas veces: ¿No piensas irte a vivir/trabajar/estudiar al extranjero? ¿No tienes facebook/tuenti/twitter?

    Y entonces me pregunto: ¿necesito eso para ser feliz?

    Parece que ahora hay normas de conducta a las que hay que adherirse para formar parte del "todo" y participar de esa felicidad global. Por eso, cuando quizá comento lo feliz con cosas que se consideran "anticuadas" siento incomprensión en algunos casos.

    ¿Existe la felicidad individual y/o la felicidad global?

    Una vieja amiga

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