Largas horas de tren,
tiempos muertos de va y ven.
Revisores calcinados
por el tiempo allí encerrados.
Ataúdes con cristales
en todos sus laterales.
Las vías son camino
para el pobre peregrino
del que vomita su alma
cuando llega a su destino.
Bienvenido sea todo aquel que por este paraje se haye perdido, pues no estará solo en su soledad, estará de algun modo conmigo.
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