domingo, 8 de marzo de 2015

Reflejos

Me recuerda a alguien
El tipo me miraba y me decia:
- No, de ninguna manera, eso no es lo tuyo, no puedes.
¿qQuién era?
Aquella mirada me asustaba, achaparrado mirandome desde abajo, todo ancho, chasqueando la lengua de aquel modo.
-tch, tch, tch, no, pero vamos, que habrás pensado, muerdes más de lo que puedes tragar...

Avance, me molestaba mucho, me empezaba a sentir mal, quizas no debi haber entrado, pero bueno, lo cierto es que en cuanto lo perdí de vista empecé a sentirme mejor.
El corredor giraba hacia la derecha y subia un poco, no había demasiada luz, hasta que de repente:

-Hombre, hola- me dijo aquel espigado extraño mientras me miraba desde lo alto- la verdad que es un placer conocerte, he oido de tus méritos...
-¿Mis meritos?- pensé, ¿quien era este tipo?Cuanta luz de repente, era alto y mirar hacia arriba buscando su cara me hacía daño a los ojos como intentar mirar al sol tras una nube. Él continuaba hablando.

-... eres formidable, lo cierto es que te admiro, tienes esa perseverancia, ese talante, te van a ir tan bien las cosas, llegarás allí donde te propones, estoy convencido...-

Me conocia, o eso parecía, pero porqué esos alagos, me hacía sentir bien, parecía saber de lo que hablaba pues no eran fortuitos y hasta me sentia reflejado en algunos, pero; era mucho, demasiado, no me parecia real. Creo que no llegué a decir nada, mis manos buscaron la esquina que giraba, sentía la presión de proyectar éxito, de ser un referente, me escapé.

Salí fuera, mis amigos me esperaban.

-Te lo dije- espetó Ramón- una tremenda y estúpida pérdida de tiempo, normal que sea gratis, quien querría pagar por ver eso.

Miré detrás de mi, "Casa de los espejos"

-Es una porqueria, no se ni como le dan el espacio para que monte eso en la feria-

Fijandome más encontré con la mirada al dueño, sentado en una silla de plástico en la entrada.

Ramón continuaba:
-Ya ves tú, unos cuantos espejos en los que te ves deformando, ¡Qué mamarrachada!

Me tope con la mirada de aquel hombre, parecía estar escuchando y analizando, me sonrió, sentí que él entedía algo, la complicidad me llego como un escalofrio y le sonreí.

-Si, vamonos chicos, es verdad Ramón, solo son unos viejos espejos en los que nos vemos reflejados, pero hace honor a su nombre, si encontraramos algo más ahí dentro eso si que sería insólito...

El atardecer arropaba al día y nuestras voces y brabuconadas se adentraron en la feria. Años después ya no me acordaría de aquel suceso que núnca conté a nadie.

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