viernes, 12 de septiembre de 2014

Me despido

Soy de nostalgias pequeñas, de ver que será la última vez que abro esa puerta, que cierro ese grifo, soy de los que se despiden de las persianas bajandolas muy despacio como si de una bandera se tratara. De los que cuando se pone los zapatos mira a las babuchas dicioendoles "teneis que entenderlo" porque sabe que es un adios.

No te reflejas igual en todos los espejos, asi que también me despido de él, de mi.

El último desayuno aqui es una celebración silenciosa, un rito, esa taza vieja, esa cuchara que recuerdo elegir desde que era niño, cada engullida se lleva un pedazo de tiempo especial y me empuja hacia lo inevitable.

La ducha me abraza, se quiere despedir de mi, pero no para de llorar y no logra articular palabra, mis lagrimas se disimulan en su torrencial llanto y cuando me voy solo queda el vapor que aun estará allí unos segundos sin darse cuenta de que es lo que sucede, hasta que lo comprenda y también se eche a llorar.

La maleta no cierra para hacer que las cosas queden dentro, lo hace para no permitir que nada más de aqui venga conmigo y veo en sus dientes el demoledor guardian de mis pasos.

Suena una última vez el ascensor al llamarlo, última pulsación de un interruptor y de un corazón en aquel lugar, en aquel instante.

Alguanas calles me miran y reconocen su tristeza, otros edificios fingen no verme marchar para no ponerme más triste con su gris fachada y a algunos, aunque me duela, ni siquiera les importa, no me conocen o si, que más da.

El tren se va y siento que recogen la via tras de mi, no hay vuelta atrás, al menos ya jamás de la misma manera.

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