domingo, 6 de febrero de 2011

Escuchad la música, nada más.


Shakespeare en un momento dado de de su obra “El mercader de Venecia” hizo decir
a Lorenzo, uno de sus personajes:

“La razón es que todos vuestros sentidos están atentos. Fijaos un instante como se conduce un rebaño montaraz y retozón, una yeguada de potros jóvenes sin domar haciendo locas cabriolas, soplando y relinchando con gran estrépito, acciones a que les impulsa naturalmente el calor de su sangre; si ocurre que por casualidad esos potros oyen un sonido de trompetas, o si alguna tonada musical llega a herir sus oídos, los veréis, bajo el mágico poder de la música, quedarse inmóviles como por acuerdo unánime, y sus ojos tomar una tímida expresión. Por esta razón el poeta imaginaba que Orfeo atraía a los árboles, las piedras y las olas, pues no hay cosa tan estúpida, tan dura, tan llena de cólera que la música, en un instante, no le haga cambiar su naturaleza. El hombre que no tiene música en sí, ni se emociona con la armonía de los dulces sonidos, es apto para las traiciones, las estratagemas y las malignidades; los movimientos de su alma son sordos como la noche y sus sentimientos tenebrosos como el Érebo. No os fiéis jamás de un hombre así. Escuchad la música”

Y me pregunto yo ¿tanto tiempo ha pasado para que cambien las cosas?
¿Qué diferencia hay entre aquellos hombres y los de ahora?

No hay timidas expresiones en los ojos de algunos de los que me rodean, no hay inmovilidades producidas por la escucha, si hay estupideces que la música no puede cambiar, lo veo a mi alrededor, cada dia.

Veo cada dia hombres y mujeres a mi alrededor aptos, preparados para la traición, sin música en si, con estratagemas y malignidades retorciadas en sus mentes.
Gentes de translucidas apariencias y de oscuras intenciones.

Sin emociones, sin juicio propio, esperarando a escuchar el juicio de otro que consideren juicioso para repetirlo como suyo, sordos.

Diré exagerando un poco que son ellos los que viven en el Érebo, son ellos los que te ayudan a alcanzar el Hades, quien quiera entender habra entendido. Están ahí para ayudarte a caer, para recalcar cada uno de tus humanos errores.


La parte triste de todo esto (la más triste) es que soy músico, contrabajista, y veo esto tantos dias, tantas veces desde mi atalaya; alli escondido tras la orquesta, observando en mis largos silencios de espera, analizando el gesto y la actitud de hombres y mujeres, compartiendo sus respiraciones, sus miradas, sus nervios, sus preocupaciones que me ha dado por preguntarme, y lo vuelvo a repetir:

¿Tanto hemos cambiado?¿Se pueden transmitir sin sentir?

Asi hablaba Shakespeare de la música y sin querer (o queriendo, nunca se sabe esto en los grandes) tambien hablo de una obscura parte del alma de un perfil de interprete que me mata, me hunde, me desasosiega, me deshidrata, me da hipo y me produce urticaria.

No se si he sido claro.

Para terminar repetire, estoy repetitivo, lo siguiente:

“No os fiéis jamás de un hombre así. Escuchad la música”

3 comentarios:

  1. Si yo lo he entendido... todos lo han entendido. Un abrazo Adrián

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  2. La envidia es una característica que por desgracia define a la raza humana. Olvídate de esa gente que sólo está ahí para ponerte la zancadilla y rodéate de otra mucha gente (que la hay) que aprecie tu persona, tu trabajo, tu forma de ser, todos tus atributos y cualidades!
    A ver si tenemos un rato y hablamos que hace tiempo que no mantenemos una conversación.
    Siempre te estaré agradecido a ti y a tantos otros que estuvisteis ahí cuando lo necesitaba demostrando de qué pasta estais hechos y cuánto os interesa mi bienestar

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