A la vuelta de la esquina y después de haber estado hablando con el camarero de amores, desamores, deseos y devaneos el muchacho continuó su camino aun mirando para atrás con esa sonrisa de soñador que le caracterizaba y sin darse cuenta tropezó con aquella muchacha:
-¡Cuidado!
-Uis, perdona, ni te vi, casi la lío y tiro todo el aguapanela calentito...
-¿Aguapanela?¿y eso qué es? preguntó ella jueguetona... déjame adivinar ¿agua con panela?
-Muy perspicaz. Y limón, ¿no lo conoces?¿cómo no lo conoces? Anda prueba...-dijo cabeceando contrariado y ofreciéndole el vaso.
Y ella probo; pero no solo el acaramelado gusto de aquel azúcar de caña, si no que en aquel sorbo aquel muchacho le dio también su mirada encantadora y su tacto suave en el paso de aquel sencillo vaso que sin imaginárselo jamás antes estaba presenciando la magia de un encuentro en torno a él en su efímera vida antes de la papelera.
-¿Te gusta?
-Si... Es como un té ¿no?
-Bueno, algo como una infusión, me gusta en los días fríos, me templa el cuerpo y el espíritu y además...
El espíritu; podía decirse que el de ella no estaba allí ya, o de cierto modo estaba, pero fuera, cual viaje astral pero para quedarse simplemente mirando lo que le pasaba y deseando enormemente prolongar aquel mágico momento en el que se veía a si misma frente a aquel chico con su vaso caliente mas que cogido abrazado sin siquiera escucharlo pues era como un foco de energía radiante que enmudecía todos los sentidos que no fueran inclasificables.
-... a si que es por eso que siempre la tomo.
-Aham- asintió ella como descendiendo.
-Ahora me tengo que ir a clase. Nos vemos por aquí.
-Si- parpadeó- nos vemos por aquí.
-...
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Que vivia la aguapanela..
ResponderEliminartestiga de de varios tropezones
y gracias a ella cada encuentro se vuelve dulce y calientito
Oji.