Daria una mano, sin duda,
ahora mismo al que me diga
cuanto fuego y luz dorada
se condensa en una espiga.
Daré también la otra mano
a aquel que explicarme consiga
porque al mundo la rosa vino
manchada en su tallo de espinas.
Doy también piernas brazos,
torso, boca, orejas, pupilas
a quien me explique por que a negras noches
le siguen también negros días.
Mi corazón doy también
y ojalá que lo pierda,
explicadme su mal y su bien
pues no hay momento en que lo entienda.
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